domingo, 13 de marzo de 2011


El arte a inicios del siglo XVII

1730 – 1781



GENERALIDADES





El esplendor del barroco de Juan Correa y Cristóbal de Villalpando estaba aunado al auge socioeconómico de la Nueva España. Hacia 1720, México había desarrollado una economía mercantilista que propició una vasta construcción de edificios religiosos. La Iglesia poseía una base económica poderosa para encargar obras de gran formato, lo que causó que el barroco tardío fuera un estilo representativo de la idiosincrasia mexicana. Sin embargo, el clímax barroco termina con estos artistas, al avecinarse un periodo de transición pictórica representado por los hermanos Nicolás y Juan Rodríguez Juárez.

Árbol del Bien y del Mal,

Cristóbal de Villalpando







El apogeo mercantilista en el siglo XVIII generó muchas peticiones de cuadros por parte de la Iglesia, lo que ocasionó obras mediocres. Hubo falta de gusto y criterio artístico en los ilustrados, el clero y los clientes. La urgencia por poseer y decorar las nuevas construcciones ocasionó una pintura sin estudios previos a la creación. Hubo, sin embargi, algunas de gran mística y fervor religioso, así como de índole social.


Santa Rosalía,

Nicolás Rodríguez Juárez



La pintura de los Rodríguez Juárez ha sido identificada como “barroco tardío internacional”, que es la combinación de los estilos barroco y clásico. Los Juárez y José de Ibarra, alumno de Juan, entran en esta clasificación. La nueva pintura novohispana se caracteriza por movimientos controlados, inocencia, uso de pigmentos locales, distorsiones en la fisonomía, rastros ocasionales de manierismo y un idealismo dulce pero penetrante en lo psicológico, así como el uso del “azul de Prusia”, pigmento artificial inventado en Berlín hacia 1704-1707.


Retablo de San Isidro,

Antonio de Torres


Los artistas: Nicolás Rodríguez Juárez


Nació en la Ciudad de México, en 1667. Su primera obra es de 1690, El Profeta Elías. En 1704, recibió el título de bachiller de teología y después entró al sacerdocio, aunque se ordenó hasta la muerte de su esposa en 1713. Uno de sus cuadros relevantes es la Transfiguración, en el que la figura de Cristo es singular: completamente blanca y hasta transparente. Parece que se basó en el texto de Mateo: “y se transfiguró entre ellos; brilló su rostro como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz”. Además, los paños en sutil movimiento y el rostro de Cristo manifiestan la gran devoción del artista.


Transfiguración,

Nicolás Rodríguez Juárez


Los artistas: Juan Rodríguez Juárez


Nació en la Ciudad de México, en 1675. Su obra expresa aún más el paso del tenebrismo del XVII al barroco tardío. En sus obras se observa la continuidad de la escuela iniciada por su abuelo, por la precisión del dibujo, el manejo del claroscuro, la solidez de las figuras y la factura de las telas. Después, cambia hacia un puente entre el barroco y el "murillismo" de Ibarra y Cabrera. En el cuadro La Coronación de la Virgen, se observan los tonos azules en el manto de la Virgen, que la centra como figura principal. Los tonos rojos y ocres de Cristo y el Padre contrastan con los azules y concretan un equilibrio cromático que enmarcan a la Virgen.

Coronación de la Virgen,

Juan Rodríguez Juárez



Los artistas: José de Ibarra


Nació en Guadalajara, en 1685. Su obra tiene un estilo inmerso en el barroco tardío, ya que fue discípulo de Juan Rodríguez Juárez. En la pintura de Ibarra prevalece el vigor barroco de las pinceladas sueltas y dinámicas. Entre sus obras destacan las pinturas de los muros exteriores del coro de la Catedral de Puebla, realizados en 1732. Además de pintar retratos y autorretratos, pintó el cuadro El regreso de Egipto con afinidades flamencas al representar el paisaje del fondo.


Regreso de Egipto,

José de Ibarra


Los artistas: Miguel Cabrera


Nació en Oaxaca, en 1695. Al parecer se formó en el taller de José de Ibarra y tal vez sea el pintor más conocido de la época colonial. Sus obras suman casi trescientas y ganó tal reconocimiento que llegó a ser pintor de cámara del arzobispado de México. Una de sus obras guadalupanas llegó al Papa Benedicto XIV y, por tal reconocimiento, fue el pintor guadalupano más renombrado. Formó un taller en el que se realizaron las obras encargadas por su vasta clientela conformada por religiosos y particulares. También destacó por sus retratos, que expresan la individualidad de los personajes, y por sus lienzos costumbristas, como los de la Pintura de Castas.



La Virgen de Guadalupe,

Miguel Cabrera








A través de la influencia de su maestro Ibarra, su pintura era afín a Murillo en cuanto a la intención de querer superar el religiosismo inquisitorial del siglo XVII. En términos pictóricos se distinguió por popularizar una idealización de la vida en el mundo terrenal y en el otro, mediante una armonía entre los artistas y los estamentos eclesiásticos. Así, Cabrera expresa este sentido de idealización materializado en figuras de gran belleza dentro de los preceptos ideológicos de la devoción de Santos y Vírgenes.



La Virgen y el Niño,

Miguel Cabrera





Los temas: la pintura de ánimas


El tema de la muerte tenía gran tradición en Europa por sus orígenes medievales. A partir de la Contrarreforma surge la pintura de ánimas para promover la existencia del Purgatorio. En ésta, se representan individuos de medio cuerpo y flamas ondeantes, que imploran el perdón de sus pecados por intervención de un santo. El purgatorio aparece en ciertos lienzos donde se distinguen los santos patronos de las almas arrepentidas: San Gregorio el Grande, San Nicolás Tolentino y San Miguel Arcángel. También pueden ser personajes de índole social o gubernamental.


Alegoría de la Preciosa Sangre de Cristo,

Miguel Cabrera

Los temas: la muerte


Aunque son pocas las expresiones artísticas sobre la muerte, hay importantes obras coloniales. Existe un interesante políptico popular y anónimo, que consta de seis hojas con diversas escenas que aluden a la muerte de un personaje. En la escena del destino y el origen del hombre, aparece un grabado referido a las tres Parcas, en este caso esqueléticas: Láquesis, que señala la hora con la hoz; Átropos, que toca la campana, y Cloto, que apaga la vela como símbolo de la vida.



Frontispicio y segunda hoja

de Políptico de la Muerte, Anónimo




Los temas: pintura de castas



Es uno de los temas más conocidos del arte colonial mexicano y es un subgénero originado en la Nueva España. Las pinturas muestran una pareja y su hijo en diversas actitudes, ámbitos sociales, vestidos y comportamientos. La pareja se deriva de las tres razas más importantes de la Nueva España: la blanca, la indígena y la negra. El español es la figura que más aparece en estos cuadros, y que se une a la negra o a la india para formar un mulato o un mestizo. Es común que se incluya una naturaleza muerta, a veces con letras indicadoras de cada verdura o fruta.


Pintura de castas,

Miguel Cabrera






Los temas: pintura popular

La pintura popular se presenta en diversas técnicas. Tal vez, la más famosa es la pintura de exvotos que hay en colecciones particulares, iglesias e incluso en tianguis de antigüedades. Los exvotos se complementan con una narración textual de los hechos, lo que la hace anecdótica e interesante. Asimismo, abarcó los temas oficiales de los pintores: Vírgenes, pasajes de la vida de Cristo y los Ecce-Homo. Otra línea, poco estudiada , es la pintura de rituales.





Cristo de Santa Teresa, Anónimo



Ecce-Homo, Anónimo


Los temas: el retrato




El retrato está presente desde los inicios del arte colonial y representaba a obispos, miembros de la Inquisición y religiosos de alto rango. Hacia el siglo XVIII hubo cambios en la forma de retratar y en los temas, ya que se incorporó a los comerciantes y los mineros. Las características formales son tres cuartos de perfil, de busto o de cuerpo entero. Los personajes portan un objeto en una mano mientras la otra se apoya en algún mueble. Están rodeados de objetos o insignias que indican su posición social y riquezas. La cortina del fondo es de uso generalizado, de acuerdo con la moda europea. Finalmente, se pintaba una cartela con la información del personaje.


Diego Vargas Calderón





Había también retratos de familias enteras, así como de mujeres, niños y monjas. A las familias se les pintaba junto a una advocación religiosa. El retrato de mujeres era sobre todo de damas de la aristocracia, así como de algunas mujeres indígenas vinculadas a caciques, y se les representaba con sus mejores galas, enjoyadas y embellecidas. Algunas portaban finos accesorios como perlas, collares y relojes, sin que faltase la elegante y talqueada peluca. Los niños eran representados como pequeños adultos, y algunos se retrataban muertos, con las vestiduras muy detalladas más que sus características físicas.






Ana María de la Campa Cos,

Condesa de San Mateo de Valparaíso

y Marquesa del Jaral de Berro,

Andrés de Islas



Doña María de la Luz Padilla

y Cervantes, Miguel Cabrera

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