domingo, 13 de marzo de 2011

El Manierismo en México

1550 – 1640

Los primeros pintores europeos



A mediados del siglo XVI, en Europa hubo un cambio en la pintura: las formas se hicieron más estilizadas y alargadas, incluso presentan una desproporción de los cuerpos y posiciones incómodas, contorsiones imposibles en la posición y actitud de los personajes. La obra de Rafael y Miguel Ángel fue la fuente pictórica en la cual los manieristas se inspiraron para crear un estilo a partir de una compleja estilización y originando formas caprichosas y fantasiosas, junto con la elegancia y el preciosismo valorado por las altas esferas sociales en el Viejo Continente.


Etapa manierista de Rafael




Hay detalles de Manierismo en los pintores novohispanos Simón Pereyns y Andrés de Concha, como un estilo sometido a los nuevos preceptos eclesiásticos que dictaminaban la representación de lo divino. Lo caprichoso, alargado y sensual de las imágenes provocó que la Iglesia las considerara no aptas para la devoción. La Contrarreforma estimuló a los artistas a cambiar el estilo, por lo que recurrieron a las representaciones más realistas del Renacimiento tardío, como las de acortar los largos cuellos, las manos extremadamente lánguidas y las posiciones serpenteantes y complicadas de los santos y vírgenes.


Transición entre el manierismo del

Renacimiento tardío y el Barroco

temprano en el italiano Annibale Carracci



La influencia y la ruptura del Manierismo propició el nacimiento de un arte verdaderamente novohispano diferenciándose del peninsular. A pesar de las órdenes contrarreformistas, la pintura novohispana pudo combinar algunos formalismos manieristas con los valores de la Contrarreforma, por lo que se obtuvo una mezcla en el gusto de las composiciones y actitudes manieristas, junto con la solidaridad para con la Iglesia.




Simón Pereyns, manierista




Ante la necesidad de pinturas de caballete y retablos que se supeditaran al gusto del Concilio de Trento, se requirieron pintores europeos. Sin embargo, los artistas indígenas compitieron con los artistas españoles. Por ello, las autoridades eclesiásticas decretaron que ningún pintor español o indígena pudiese pintar imágenes o retablos sin ser previamente examinados . El gobierno conformó leyes que dictaminaron una jerarquía gremial: aprendices, oficiales y maestros, así como autoridades como veedores y alcaldes. Así, hubo tres tipos de pintores que conformaban un gremio: sargueros, imagineros y pintores al fresco

5. Pedro Robles (c. 1556-1563).Las obras de la primera mitad del siglo XVI se acercan más al estilo renacentista que aquellas que realizó Pereyns a partir de 1560. Las obras presentan una composición central, junto con la perspectiva renacentista, y se recurre a un edificio de la época sobre el fondo de la imagen.


Los primeros artistas europeos son:
1. Cristóbal de Quesada (1535-1550).
2. Juan de Illescas (1548-1560).
3. Luis de Illescas (antes de 1563).
4. Alonso López (c. 1559).


Simón Pereyns



Llegó a México con el virrey don Gastón de Peralta en 1566. Una de sus obras maestras fue la que le encargó la Inquisición como penitencia: La Virgen de la Merced. Tal era su belleza que se cuenta que los carceleros de la Inquisición imploraron el perdón del artista y, de ahí que la obra se conociera como La Virgen del Perdón. Dicha obra se encontraba en el altar del mismo nombre en la Catedral de México; aunque la pintura se quemó en el incendio de 1967.



La Virgen del Perdón, Simón Pereyns.





En La Resurrección, del retablo mayor en la Iglesia de San Miguel (Huejotzingo, Pue.) es clara la influencia manierista, sobre todo en el soldado sobre la esquina inferior derecha, quien presenta una complicada posición al voltear asombrado hacia Cristo y mantener su cuerpo frontal mientras su pierna derecha se dobla. La sensualidad estaría indicada en el cuerpo del Resucitado. Otros pintores que formaron parte del grupo de Simón Pereyns fueron: Francisco de Morales, Francisco de Zumaya y Juan de Arrúe.


La Resurrección, Simón Pereyns.




Andrés de la Concha



Pintor, ensamblador y arquitecto, arribó a Nueva España en 1560, y realizó el retablo mayor de la Catedral de Antequera (Oaxaca), en 1575. De la Concha se asoció con Simón Pereyns para realizar los retablos de Teposcolula, la iglesia de Santo Domingo, en la Ciudad de México, así como el de la vieja Catedral Metropolitana y el de la iglesia de Huejotzingo, Pue. El retablo de esta última es la única prueba de su vida y obra. También destacó en escultura, con especialidad en policromía y estofado de imágenes, la talla, el dorado y el ensamblaje de retablos.


Santa María de la Natividad,

Tamazulapan , Andrés de la Concha



En la Ciudad de México, se conservan dos obras significativas de Andrés de la Concha: Santa Cecilia y La Sagrada Familia y San Juan. El rostro de la Virgen en La Sagrada Familia y San Juan remite al estudio de la figura humana del Renacimiento.


No obstante, la composición de la escena y el tamaño de la Virgen, que no concuerda con la figura de San José, logra que la pintura tenga un sentido manierista. También es notoria una última característica del Alto Renacimiento: la disposición de las figuras a base de triángulo, utilizada por Miguel Ángel y Rafael.


La Sagrada Familia y San Juan,

Andrés de la Concha


Baltasar de Echave Orio





Llegó a la Nueva España hacia 1582. Se casa en México con Isabel de Ibía, hija de Francisco Zumaya. Echave Orio trabajó para diversas órdenes, que fueron mecenas, como la franciscana y la jesuita. Al igual que Pereyns y Concha, Echave Orio hizo gala de su talento artístico en la realización de retablos, como el de la vieja Catedral de Puebla, en 1590.

Se conservan en la Pinacoteca de la Profesa (Ciudad de México) dos lienzos: Adoración de los Reyes y Los martirios de San Ponciano y San Aproniano.


Adoración de los Reyes, Baltasar de Echave.




Una de sus obras más logradas es La oración del huerto, conservada en la Pinacoteca Virreinal de San Diego (Ciudad de México). En la pintura destaca el detalle del intenso sentimiento religioso en el rostro de Cristo. La pieza descubre una suavidad en las encarnaciones, en las facciones y gestos, en los cabellos y en la vestimenta. Además, la representación sugiere intimismo en el ambiente que rodea a la figura principal, así como compasión por parte del observador. Esto confiere a Echave Orio un conocimiento puntual de los pasajes religiosos que se querían revitalizar en la época.


Oración en el Huerto, Baltasar de Echave.



Temas implantados

La primera iconografía mural cristiana corresponde al periodo de la Conquista: Cristo, la Virgen y el apóstol Santiago. La iconografía de caballete corresponde a la siguiente etapa. En primer lugar, se encuentra la pintura de retablos, que se realizaba según las disposiciones de la orden eclesiástica, pero los temas más recurridos eran pasajes de la vida de Cristo o de la Virgen, completados con apóstoles, evangelistas, padres de la Iglesia, fundadores de las órdenes, religiosos, mártires, ermitaños y santos de la orden. En la gran mayoría de los casos, los retablos están coronados por la figura del Padre Celestial.


Santiago Mataindios

(detalle del Retablo de Tlatelolco).



Al otro extremo del imaginario cristiano, se encuentra la iconografía mitológica, poco estudiada. El Concilio de Trento (1545-1563) limitó las imágenes de orden mitológico, sobre todo en países de Europa donde el humanismo no había sido ampliamente concebido. En el caso de España, el humanismo prevalecía sólo bajo la observación eclesiástica comparada con los numerosos ejemplos en Italia y Francia. De ahí que son contadas las figuras "paganas" en Nueva España.


La Caída del demonio,

fresco del pintor indígena

Juan Gerson, Tecamachalco, Pue.


Otro ejemplo son los monumentos funerarios, uno de ellos fue el Túmulo Imperial, dedicado a la muerte de Carlos V , que se colocó en la capilla de San José de los Naturales. Comprendía 64 pinturas, realizadas por artistas indígenas de esta escuela, y se complementaban con las alegorías de la Prudencia, la Constancia y la Justicia, supuestas cualidades del Emperador. El monumento presenta también divinidades paganas, como Júpiter y Faetón, así como protagonistas de la reciente historia de la Nueva España, en particular, Hernán Cortés.


Túmulo Imperial de Carlos V, Anónimo.



La pintura histórica pregonaba los triunfos de la historia local, como la Conquista y la Colonia junto con sus principales personajes. Los ejemplos se encuentra en el convento agustino de Tlayacapan y en la iglesia franciscana de Tlatelolco.


Por último, el retrato del siglo XVI permeaba en el ámbito oficial y se dirigía a virreyes y arzobispos, quienes los encargaban a los mejores artistas.



Hernán Cortés y Xicoténcatl,

Lienzo de Tlaxcala.





La principal técnica para la pintura mural eran el fresco y la pintura a la cal (o fresco seco). La técnica del fresco se basa en la aplicación sobre la superficie húmeda que proporciona el enlucido y en la reacción química que se produce durante el fraguado por la cal.


La pintura a la cal es el mal empleo de la técnica del fresco, puesto que consistía en la aplicación del pigmento trasladado con agua segunda de cal a la superficie del enlucido fino, semi-seco y bruñido.




Casa del Deán, Anónimo.




Los pigmentos eran negro de carbón, obtenido de maderas quemadas, y el negro de humo, producido con teas de pino dentro de un recipiente invertido para que el ahumado quedara sobre la superficie del muro; de esta forma, se raspaba el hollín para obtenerlo. Estos pigmentos se mezclaban con agua segunda de cal. El bruñido, que daba el "toque" final a la obra, era de origen prehispánico, ya que los indígenas utilizaban piedras de río para lograr el brillo.


Detalle de mural colonial.


La técnica al temple está basada en aplicar sobre el enlucido fino, ya seco y bruñido, el diseño o dibujo a base de un cisguero, para templar o moler los colores con resinas o gomas naturales, que se obtenían con el huevo y la cola de animal. Este tipo de pintura era opaca.




La pintura de caballete tenía tres técnicas: la encáustica, el temple y el óleo. Las superficies de las pinturas podían ser de madera o de tela, las cuales eran preparadas para imprimir la imagen. La base de la preparación era blanco de España y cola. La técnica más utilizada, además del fresco-seco, era la pintura al temple, ya que el óleo necesitaba aceite de linaza que no había en América, igual que la tela de lino.



Trinidad facial, Anónimo.

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