domingo, 13 de marzo de 2011



El Barroco en la Nueva España

1640 – 1730

Generalidades

El Barroco fue un estilo con diversas formas, actitudes e ideologías que no se limitaban a lo estético. “Barroco“ significa "perla imperfecta" y fue una palabra empleada en el siglo XIX para criticar las obras del XVII y XVIII. Es erróneo identificar al Barroco con lo exuberante, lo recargado y lo excéntrico. Por el contrario, el naturalismo, tal como es conocido en el Renacimiento y el Manierismo, permaneció como un principio de las formas barrocas. Debe abandonarse la idea del Barroco como un estilo único, ya que incluye distintas variantes.



Caravaggio, precursor del Tenebrismo




El Barroco considera la realidad, el naturalismo. Los barrocos volvieron a la mitología, el retrato y el arte sacro, pero con una nueva visión naturalista que hizo posible conquistar el paisaje, la naturaleza muerta y la pintura de género. Los aspectos del barroco distintos al Renacimiento son el espacio abierto en la composición, así como las figuras que presentan un movimiento continuo, a diferencia de las renacentistas, que se atienen a una composición en sí misma, como la del triángulo. El barroco presuponía una profundidad, mientras que en el Renacimiento se mostraba sobre todo lo que estaba al frente.

Caravaggio, barroco



Otro aspecto propio del barroco invita a explorar cuál es la figura principal. En el Renacimiento era claro interpretar la composición, con sus formas detectables y claras.


Por último, el barroco señala una unidad en la obra, ya que las formas se amalgaman entre sí de tal manera que es imposible una composición sin alguna de las figuras.


Obra del pintor barroco

sevillano Bartolomé E. Murillo






Algunos hechos históricos influyeron en el surgimiento del Barroco como el Saqueo de Roma por el Emperador Carlos V, derivado de la alianza de Francisco I de Francia y el Papa. El ejército español permaneció ahí por muchos años, lo que originó el Barroco al combinarse la mística española con el humanismo italiano.



Saqueo de Roma, en 1527


Después, la Iglesia entró en una crisis y perdió de su autoridad absolutista. En consecuencia, se suscitaron cambios que llevaron al mundo hacia una forma de pensamiento más libre y cuestionable que apuntaba a lo científico.


El Barroco en la Colonia


En la década de los treinta del siglo XVII, Nueva España era una colonia conformada, un territorio que había dejado atrás la conquista y la evangelización. Los criollos habían formado familias y patrimonios, sustentados en la nobleza descendiente de los conquistadores.

El mestizaje había cobrado vida y ya se observaba una marcada diferencia de clases. La iglesia pretendía renovar su poder. La lucha de poderes originó pugnas entre las órdenes y las instituciones eclesiásticas. Este problema ocasionó cambios sociales, religiosos y políticos que incidieron en el ámbito artístico. Un hecho significativo fue la secularización de las parroquias.


La Plaza Mayor de México,

obra de Cristóbal de Villalpando


Los vínculos de los misioneros con los indígenas se disipaba, la Nueva España miraba hacia Europa y comenzaba la distinción entre criollos y "gachupines”. Así, el indígena pasó de objeto de la conversión religiosa a la esclavitud y el rezago. La historia colonial se encontraba en manos españolas y criollas, que coformarían el marco artístico del siglo XVII. Por ello, los protagonistas de esta historia derivada de la ansiedad por identificarse respecto a la Península Ibérica son de origen criollo, como el caso de Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700) y Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), quienes representan el barroco novohispano.

Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel Cabrera





El Barroco adquirió un sentido existencial, que trataba de definir la condición y la identidad de los criollos frente a la Península, y que dominó a los intelectuales para autoenaltecerse en conceptos académicos, religiosos, herméticos y aristocráticos.

La llegada de los jesuitas en 1571 alimentó el sentimiento criollo. Con su método de enseñanza, los frailes promovieron el ideal del Concilio de Trento en los colegios para la alta sociedad , así como en otros ámbitos, como el artístico, que se cobijarían bajo los conceptos contrarreformistas.



Fundador de la Compañía de Jesús



La pintura a mediados del siglo XVII



La pintura de este periodo se acercaba más hacia lo barroco, y se inicia a partir de la obra de Sebastián López de Arteaga (1610-1652) de quien se ha dicho que fue discípulo del pintor español Francisco de Zurbarán en Sevilla, aunque nuevas investigaciones lo desmientan. Sin embargo, la influencia zurbaranesca es muy notable. En esta época, comienza la influencia sevillana, que se imprimiría en las obras del siglo XVII, basándose en los modelos españoles de Zurbarán y Juan de Valdés Leal, así como de la pintura de Pieter Paul Rubens.


La incredulidad de Santo Tomás,

Sebastián López de Arteaga


Francisco de Zurbarán


Es uno de los tres representantes del apogeo de la escuela española del siglo XVII, junto con Velázquez y Alonso Cano. Todos se educaron en la perspectiva naturalista, que fue la base del barroco. Zurbarán se apegó a las disposiciones de la Contrarreforma, por lo que evitó toda influencia humanista. Por ello, su pintura es devocional y desata la piedad, el silencio y la contemplación. A diferencia de la pintura novohispana que representaba escenas dramáticas y sangrientas, Zurbarán se limitó a manifestar el heroísmo ascético y la mística interior de los frailes.


San Serapión, Francisco de Zurbarán



Juan de Valdés Leal


Pertenece a la segunda generación de pintores sevillanos, junto con Bartolomé Esteban Murillo, y llevó al límite la gestualidad, el dinamismo y la violencia. Su remite a los artistas novohispanos de finales del siglo XVII. La obra de Zurbarán y Valdés Leal son influencias directas de la pintura novohispana; pero entre ellos hay diferencias en conceptos y composición, en misticismo y dramatismo. Los lienzos desde López de Arteaga hasta Villalpando manifiestan esta ambivalencia, aunque el barroco novohispano prefirió las escenas dramáticas, pues gustó por la sangre, el martirio del cuerpo, el sufrimiento de los santos.


Finis Gloriae Mundi, Juan de Valdés Leal


Iconografía del Barroco colonial

La nave de la iglesia

El tema ayudó a la Iglesia para responder a los reformistas. La imagen de la nave, utilizada desde el cristianismo primitivo, cobró nuevo auge en la contrarreforma. Una obra anónima titulada El Triunfo de la Fe y de la Ley de la Iglesia Católica presenta una nave en la que viajan los fundadores de las órdenes cristianas, todos ellos presididos por Cristo y la Virgen en la parte superior del mástil, el cual simboliza el "árbol de la fe cristiana“. En las nubes están los cuatro evangelistas y, al timón de la nave, San Pedro. Los santos contrarreformistas están al costado de la proa y junto al arcángel San Miguel.





El Triunfo de la Iglesia, Anónimo, Tepotzotlán




Los sacramentos


Algunos sacramentos fueron criticados y rechazados durante la Reforma, por lo que los contrarreformistas los reavivaron entre los fieles. La representación del tema es un árbol que sostiene los siete sacramentos. Hay un retablo con el tema en la parroquia de Santa Cruz, en Tlaxcala, que tiene como un aspecto interesante las inscripciones en náhuatl de los sacramentos y una escena que explica la realización de los mismos. Como eje, está un árbol donde aparece el crucificado con ramas de vid, que aluden a la sangre de Cristo, la cual es recogida en un cáliz por la Virgen.

El Bautismo (Nequatequiliztli), Anónimo, Santa Cruz, Tlax.

Temas Marianos


Uno de los primeros modelos de la Virgen en México fue la Tota Pulchra. Las representaciones presentan a la Virgen rodeada de símbolos muy diversos. Esta imagen se desarrolló en los dos primeros siglos de la Colonia y algunos ejemplos son de los pintores Juan de Villalobos y Cristóbal de Villalpando. Otro tema recurrente en la Nueva España fue la Virgen Apocalíptica, que se difundió en la Nueva España a través del modelo de Rubens.




La Tota Pulchra

con elementos que identifican la letanía




Órdenes religiosas

Un nuevo tema surgió con las imágenes hagiográficas de las órdenes, a partir de una alegoría de San Francisco de Asís como "Atlas Seraphicus". El santo aparece soportando tres esferas sobre sus hombros y, encima de ellas, la Virgen. Dichas esferas simbolizan las tres órdenes fundadas por San Francisco: los franciscanos, las clarisas y los terciarios. Las nuevas órdenes introdujeron una iconografía propia en templos, conventos y escuelas. San Elías, San Simón Stock, Santa Teresa y San Juan de la Cruz representaron la mística carmelita. Los jesuitas promovieron la vida de San Ignacio de Loyola.


San Francisco de Asís






Muerte de San Ignacio de Loyola










Los ángeles


Abundan en el arte novohispano, desde los angelillos de las portadas de las iglesias hasta esculturas diversas. Los ángeles representan un ideario de la devoción a estos seres celestiales. En la pintura, la iconografía angelical es muy variada y son complementarios de las escenas religiosas. Aunque hay lienzos que presentan a un sólo arcángel, como San Miguel. A los bíblicos: Miguel (curador de las enfermedades), Gabriel (ángel de la Anunciación) y Rafael (protector contra el mal) se les permitió rendir culto, por lo que están personificados y ataviados con sus atributos distintivos.


Arcángel Rafael, Miguel Cabrera


Los artistas: Sebastián López de Arteaga


En Cádiz, conoció la obra de Francisco de Zurbarán. Dos años después viajó a la Nueva España, con gran apego al Tribunal de la Santa Fe al realizar 16 retratos de inquisidores. Además, contrató la ejecución del retablo mayor de la Iglesia de Santa Clara, en Puebla. La influencia zurbaranesca es notoria en sus obras, como el Cristo en la Cruz. No obstante, el artista dotó a la pintura de un vivo colorido, como la Estigmatización de San Francisco de Asís, realizada bajo un tentativo claroscuro con tonalidades verdes y ocres, por lo que no es muy dramatizado como se utilizó posteriormente.


Estigmatización de San Francisco de Asís,

Sebastián López de Arteaga


Los artistas: José Juárez


Hijo del pintor Luis Juárez, recibió la influencia de López de Arteaga y Baltasar de Echave. Fue abuelo de dos grandes artistas novohispanos: Nicolás y Juan Rodríguez Juárez. Sus obras significativas son: Los Santos Niños Justo y Pastor, y Epifanía. Su pintura advierte plasticidad compositiva y rico colorido a través de luces y sombras. En Epifanía, la composición sugiere una diagonal al centro de la escena, marcada por la colocación de uno de los magos, seguido por el Niño y la Virgen que le carga y, más arriba, San José. La diagonal está enmarcada por los reyes restantes, formando un triángulo invertido, y en el centro está el Niño.


Epifanía, José Juárez


Los artistas: Baltasar de Echave Rioja


Hijo de Baltasar de Echave Ibía, se formó en el taller de José Juárez. Sus obras importantes son dos lienzos de la Catedral de Puebla: La Iglesia Militante y La Iglesia Triunfante. Destaca un estilo teatral y retórico, muy del barroco, que parte de un intenso colorido y una firme pincelada. El Entierro de Cristo es uno de los lienzos más importantes de la historia de la pintura en México, por el realismo en las figuras de Cristo y de María. La escena alude solemnidad, silencio y dolor. Aunque la composición es circular, ésta se abre en José de Arimatea y el personaje de la antorcha.








Entierro de Cristo,

Baltazar de Echave Rioja





Los representantes: Juan Correa


Discípulo de Antonio Rodríguez, desarrolló efectos de color y dinamismo academicista, además de los tonos dorados, la suntuosidad y el carácter decorativo. Sin embargo, Correa expuso su propio estilo en dos etapas: antes de 1680, donde enfatiza los detalles, y después de ese año, donde profundiza en los elementos dinámicos. Los mejores lienzos están en la sacristía de la Catedral de México: La Asunción de la Virgen (1689) y La entrada de Cristo en Jerusalén (1691). Asimismo, se convirtió en devoto de la Virgen de Guadalupe, a la que pintó varias veces, aunque con rasgos occidentales, mientras que a Juan Diego con sus rasgos indígenas.


La Virgen entregando al Niño a San Antonio, Juan Correa


Los representantes: Cristóbal de Villalpando


Pintor renombrado que cada vez se iguala a Miguel Cabrera como uno de los principales del arte novohispano. Hacia 1686 era veedor de pintura, lo que le permitía pintar con más libertad. Entre sus obras importantes están los 16 lienzos del retablo de Huaquechula, Puebla, y los del retablo de la Iglesia de Azcapotzalco (1681). Otros lienzos son La Transfiguración, en la capilla del Divino Redentor de la Catedral de Puebla (1683) y la serie de la vida de San Ignacio de Loyola en el Colegio jesuita de Tepotzotlán. Sus obras maestras son La Apoteosis del Arcángel San Miguel, La Virgen del Apocalipsis, La Iglesia Militante y La Iglesia Triunfante, todas en la sacristía de la Catedral de México, (1684 a 1686).


Virgen del Apocalipsis, Cristóbal de Villalpando


2 comentarios:

  1. porque no ponen ninguna descripción de ninguna pintura. la definision del barroco y todo eso ya lo sabemos

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  2. para una tarea necesito la descripción de cada pintura, no solo el nombre

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